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Depresión posparto: factores de riesgo que favorecen la aparición de esta patología

La depresión posparto se trata de un trastorno anímico con un fuerte componente biológico, que además de tristeza y melancolía, puede provocar pérdida del apetito, irritabilidad intensa e incluso dificultad para vincularse con el lactante.

“Después de nacer su hijo, la mujer se encuentra más vulnerable por una serie de cambios en la estructura y el funcionamiento cerebral que se producen durante el período de gestación y por la rápida caída de hormonas tras el parto”, señala la Dra. María Francisca Decebal-Cuza, especialista en psiquiatría perinatal de la Unidad de Psiquiatría de Clínica Universidad de los Andes.

Esta enfermedad es considerada un problema de salud pública mundial, ya que, de acuerdo a cifras entregadas por la Organización Panamericana de Salud, entre el 13% y el 15% de las madres padece esta patología.

Algunos síntomas de depresión posparto son:

  • Sentimientos intensos de tristeza sin un motivo concreto y llanto frecuente
  • Sentimientos de culpa o vergüenza
  • Insomnio
  • Sentimiento de incapacidad de satisfacer las necesidades del hijo(a)
  • Dificultad para relacionarse con el recién nacido(a)
  • Incapacidad de sentir placer
  • Ánimo deprimido y cansancio
  • Cambios de humor e irritabilidad
  • Tendencia a aislarse del resto de la familia y amigos
  • Cambios en la conducta alimentaria (comer poco o mucho)
  • Pérdida del interés por lo que antes se disfrutaba
  • Disminución de la capacidad de pensar con claridad, concentrarse o tomar decisiones

Según la especialista, la sintomatología suele presentarse en “las primeras semanas o primeros meses posteriores al parto, aunque en algunos casos, que son habitualmente los más graves, las mujeres comienzan con este cuadro durante el embarazo”.

“Los síntomas pueden ser muy intensos y durar semanas o meses, llegando a interferir en la capacidad de la mamá para cuidar a su hijo”, afirma la especialista, enfatizando que se debe consultar cuando estos sentimientos se mantienen por más de dos semanas, se intensifican con el paso de los días, impiden realizar tareas cotidianas o cuidar al bebé o si se acompañan de pensamientos acerca de lastimarse a sí misma.

Factores de riesgo

Si bien se desconocen las causas exactas de la depresión posparto, existen diferentes vulnerabilidades que la pueden precipitar:

  • Vulnerabilidad genética: está dada por la presencia de ciertos genes relacionados con la respuesta al estrés y con receptores estrogénicos.
  • Vulnerabilidad cognitiva: varía según los rasgos de personalidad, el estilo cognitivo, las estrategias de afrontamiento utilizadas y el apoyo familiar, social y logístico.
  • Vulnerabilidad neuro hormonal: la disminución de estrógenos después del parto conlleva una disminución de neurotransmisores cerebrales, que contribuyen a la presencia de los síntomas depresivos en este período.
  • Vulnerabilidad psicosocial: tales como cambios físicos y de autoimagen, pérdida de estatus laboral, penalización de la vida profesional o laboral, soledad o aislamiento social, falta de tiempo y pérdida de la autonomía.

Algunos de los factores riesgo que favorecen la aparición de esta patología son:

  • Tener antecedentes personales o familiares de depresión o trastornos del ánimo y haber tenido depresión posparto anteriormente. Se incluye tener madres y hermanas que la hayan padecido.
  • Mujeres que sufren de trastorno disfórico premenstrual, ya que son vulnerables a presentar sintomatología depresiva ante los cambios en las hormonas reproductivas que se producen en el posparto.
  • Experimentar acontecimientos estresantes durante el embarazo, tales como enfermedad o muerte de un familiar, parto difícil o de emergencia, embarazo no deseado, problemas de vivienda, entre otros.
  • Haber vivido situaciones de abuso o violencia tanto en la infancia como en la adultez, especialmente aquellas mujeres expuestas a maltrato de pareja durante el embarazo.
  • Tener rasgos de personalidad extremos, como elevada inestabilidad emocional, baja autoestima o excesivo perfeccionismo, entre otros.
  • Que el recién nacido tenga alguna enfermedad.

Diferencia entre depresión y disforia posparto

El nacimiento de un niño o niña, sumado a todos los cambios hormonales que conlleva un parto, pueden provocar en la madre sentimientos de miedo, angustia, ansiedad o tristeza, entre otros, que son esperables y habitualmente se resuelven dentro de la primera semana tras el alumbramiento.

Este estado se conoce como disforia posparto y se trata de un cuadro benigno, muy frecuente y autolimitado, por lo que no requiere tratamiento.

La Dra. Decebal-Cuza comenta que “la principal diferencia entre una disforia y una depresión posparto es la duración, ya que, en la depresión los síntomas se prolongan por más de dos semanas, en cambio en la disforia duran sólo unos pocos días”.

Además, agrega, se distinguen por “el grado de interferencia que producen en la capacidad de la madre de cuidar el recién nacido, siendo en la depresión mucho más profundo”.

¿Cómo tratar la depresión posparto?

En el tratamiento para este tipo de depresión se utilizan terapias psicológicas y, en algunos casos, se complementa con el uso de fármacos antidepresivos, los que deben ser entregados por médicos expertos en su uso.

La consulta con un especialista siempre es importante, ya que evita que la depresión se profundice y ayuda a que el trastorno no se produzca en los siguientes embarazos. Además, el diagnóstico temprano resulta un factor protector para el niño o niña, al tener una madre sana y dispuesta para realizar un buen apego.

“Es muy importante recordar que una de las principales herramientas que ayudan a superar esta patología es la presencia de buenas redes de apoyo, que le permitan a la madre sentirse cuidada y emocionalmente contenida por otros. La pareja y la familia cumplen acá un rol fundamental”, concluye la psiquiatra.

 

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