Un reciente estudio comprobó que 80 días son suficientes para que una cepa inicial del virus mute. Los investigadores co-incubaron el SARS-CoV-2 con un plasma altamente neutralizante de pacientes convalecientes de COVID-19, llegando a este resultado.
El trabajo, pre-publicado en el servidor BioRxiv, consistió en inyectar la cepa inicial del coronavirus SARS-CoV-2 en el suero rico en anticuerpos neutralizantes de un ex paciente de COVID-19.
El plasma neutralizó completamente el virus durante 7 pases, pero después de 45 días, la deleción (un tipo de mutación genética) condujo un avance parcial. En el día 73, se produjo una sustitución, seguida el día 80 por un cambio genético que generó una variante completamente resistente a la neutralización del plasma. El modelado computacional predice que la deleción y la inserción en los bucles evitan la unión de anticuerpos neutralizantes.
El estudio liderado por el italiano Rino Rappuoli, responsable de I+D externo de GSK Vaccines y de Monoclonal Antibody Discovery Lab, mostró como tres mutaciones fueron suficientes para que el SARS-CoV-2 logre evadir la respuesta de anticuerpos policlonales de un plasma convaleciente de COVID-19 altamente neutralizante.
Según explicó Rappuoli, tomaron el suero de un ex paciente con COVID-19 que había desarrollado los mejores anticuerpos contra la cepa clásica del coronavirus SARS-CoV-2. Luego inyectaron el virus en ese suero para estudiar qué pasaba.
Durante los primeros días de experimentación, el suero impidió que el coronavirus prosperara en su lecho de células. Sin embargo, después del día 45, el virus había desarrollado en su mutación proteína la primera espiga (supresión)el cual lo hizo más resistentes a los anticuerpos.
Al día 80 surgió espontáneamente la mutación E484K. Para esa fecha, la capacidad de resistencia del suero y sus anticuerpos ya se había dividido por diez. Esta capacidad se había convertido en nula poco después, entre los días 80 y 90, gracias a una nueva mutación.
Jean-Michel Claverie, profesor honorario de la Universidad de Aix-Marseille, sostuvo en para el diario francés Les Echos, que “esta última mutación, la inserción espontánea de una cadena larga de 11 aminoácidos en la posición 248 de la proteína Spike, es particularmente interesante”.
La continua propagación en poblaciones inmunocompetentes ha llevado a adaptaciones del virus y a la generación de nuevas variantes del SARS-CoV-2. De hecho, las variantes se han descrito recientemente en el Reino Unido, Sudáfrica y Brasil. Incluso la base de datos mundial GISAID, informa que hasta la fecha hay más de 1100 cambios.
El virus tiene como objetivo sobrevivir y, por ello, cambia su estructura de manera constante evitando los anticuerpos. Con el desarrollo de vacunas contra el Covid-19, estos estudios de mutación y genética significan un aporte para conocer con certeza se su diseño puede verse vulnerado con el desarrollo mismo del virus.